El Camino Medio

Al contrario que tú y yo, Buda no osciló entre el extremo de los excesos (placer) y el de las privaciones (dolor). Descubrió que ambos extremos eran un sendero doloroso e infructuoso. Aunque vivió algunos momentos maravillosos, no colmaron completamente su deseo de paz y seguridad duraderas. Probablemente, tú debes de haber experimentado también momentos deliciosos (una comida estupenda, una bonita experiencia de pareja, vacaciones maravillosas). Pero cuando se acaba, se acaba, y descubres que sólo se trata de una felicidad temporal y circunstancial, ya que todo depende de factores externos a tí.

En vez de buscar en alguna otra parte, Buda decidió seguir el Camino Medio y centrarse en el momento presente, en lugar de soluciones extremas en el exterior. Dirigió la atención a su interior y examinó atentamente aquello que ocurría en su cuerpo y en su mente.

Buda se sentó al pie de un árbol, y decidió no levantarse, hasta liberarse de la sed que buscaba saciar en el lugar equivocado. Durante la noche, legiones de deseos, lujuria, placer, dolor, agresividad, miedo, tentación, frustración, odio y duda intentaron apartarle de su meta, pero permaneció impasible. Cuanto más tiempo meditaba, más intensas y exigentes se volvían esas fuerzas.

Imagina que, mientras meditas bajo un árbol, eres tentado por tus visiones, sabores, olores y sonidos favoritos, y atacado ferozmente por lo que más odias y encuentras insoportablemente repulsivo. Imagina que meditas allí hora tras hora, después de haber decidido no levantarte hasta tener la absoluta certeza de haber descubierto la clave de la felicidad. Eso es lo que Buda hizo exactamente la noche de su despertar.

Visto desde afuera, no podía notarse de qué modo Buda respondía a esas fuerzas; todo cuanto se veía era que permanecía sentado en aquel lugar. Pero lo que hizo en su interior fue extraordinario. Centró su atención en lo que ocurría, pero sin reaccionar ante ello. A veces, las fuerzas del deseo se volvieron tan intensas que Buda tuvo que tocar la tierra como testigo y para recibir apoyo. A pesar de lo que apareciera, desde lo más celestial a lo más demoníaco, se limitó a meditar en silencio y a observar. No se apegó a los goces ni rechazó las cosas desagradables. Observó cómo seguían su ciclo natural surgiendo y desapareciendo sin interferir en ello. Lo que descubrió era sencillo, y a la vez, profundo. Cuando no se apegaba al placer ni rechazaba el dolor, veía que sus atacantes perdían su poder. Así es como logró vencer esas fuerzas.

Al observar profundamente su interior, Buda liberó su mente. Tú también puedes alcanzar esta libertad si observas tu interior. Lo que Buda vió y aprendió aquella noche podemos lograrlo tú y yo, al igual que él. Halló la plenitud que buscaba, pero gracias al esfuerzo y a la honestidad. Antes de alcanzar el despertar y liberarse del sufrimiento, habían muchas cosas que debía afrontar y aprender.

Descubrió la vida de desdicha que había creado con la falsa idea básica de que el placer puede durar, y el dolor, evitarse. Nos lastimamos a nosotros y a los demás una y otra vez, al aferrarnos a las experiencias cambiantes, como nuestro cuerpo y nuestras relaciones. Es inevitable que experimentemos cierto sufrimiento, porque las pérdidas y los cambios forman parte de la vida de todos. Sin embargo, mucho del sufrimiento que padecemos es opcional. Lo creamos al resistirnos al momento presente y no aceptar que todo cuanto existe está destinado a cambiar, mutar y desaparecer, nos guste o no. En realidad, no hay nada que deba causarnos atracción o rechazo. Cuando observas atentamente cada momento, descubres que cosas tan opuestas como el placer y el dolor, o el hecho de ganar o perder, tienen sus ventajas y desventajas.


Las Cuatro Nobles Verdades y el Octuple Sendero te enseñan cómo hallar la paz en medio de los desafíos y cambios que siempre están presentes. Muestran cómo desprenderse del apego al placer y del miedo al dolor, para poder disfrutar de la situación que vives, sea la que fuere, sabiendo que tarde o temprano va a cambiar. Cuando aplicas esas enseñanzas y sugerencias de un modo consciente, aprendes a aceptar la verdad de cada momento como es, sin luchar. Así es como hallas alimento espiritual en los lugares en que puedes encontrarlo. Esto es pura y simplemente tu desafío y tu práctica.

Los Excesos, las Privaciones y el Camino Medio

Buda comparó el Camino Medio y las Cuatro Nobles Verdades con un tronco que se desliza flotando por un río. Una de las orillas representa los excesos, y la otra, las privaciones. Mientras el tronco se desliza por el río, evita ambos extremos. Si se queda atrapado en cualquiera de ellos, el tronco se hunde o se pudre.

Depende de cada individuo el reconocer ésos extremos, igual que lo hizo Buda en la noche de su despertar. Observó y contempló lo que aparecía ante él, fuera lo que fuese. No se dejó seducir por los placeres ni se dejó traicionar por el dolor, porque se mantuvo centrado en el momento presente, sin apegarse o aferrarse a nada. Debes tener en cuenta que Buda nunca dijo: "La extinción del sufrimiento es fácil", sino que: "La extinción del sufrimiento es posible". Aprendiendo a observar tu interior y llevando una vida bondadosa e íntegra, libre de apegos, puedes alcanzar las Cuatro Nobles Verdades tal como Buda lo logró hace 2.600 años. Los logros y cambios que éstas generan dan mayor satisfacción que cualquier otra cosa que puedas vivir.

Nadie puede practicar o aplicar la sabiduría de las Cuatro Nobles Verdades por tí. Tú eres el único que puede experimentar el poder y la posibilidad que encierran la visión clara y la práctica. Por eso, Buda insistió en que: "No creas ciegamente lo que dicen los demás. Averigua por tí mismo qué es lo que te aporta claridad y paz. Ese es el camino que debes elegir".

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