Dios

–¿Entonces Dios creó el universo con puro amor?
–Dios "creó" es una forma de decir, la verdad es que Dios "se transforma" en universo, en piedra, en ti y en mí, en estrella y en nube
–Entonces ¿yo soy Dios?
Ami sonrió con ternura y dijo:
–Una gota de agua de mar no puede decir que ella es el mar, aunque esté compuesta de lo mismo. Tú estás hecho de la misma sustancia que Dios, eres amor. La evolución nos permite ir reconociendo y recuperando nuestra verdadera identidad: amor.
–Entonces yo soy amor…
–Claro, apúntate hacia ti mismo.
–No te entiendo, Ami.
–Cuando dices "yo" ¿dónde te indicas, en qué parte de tu cuerpo? Indícate diciendo "yo".
Me apunté el centro del pecho diciendo "yo".
–¿Por qué no te indicaste la punta de la nariz, por ejemplo, o la frente, o la garganta?
Me pareció cómico imaginarme apuntando hacia otro lugar que no fuese el pecho.
–No sé por qué me apunto aquí –dije riendo.
–Porque ahí estás, realmente, tú. Tú eres amor, y tienes tu morada en tu corazón. Tu cabeza es una especie de "periscopio", como en un submarino; te sirve para que tú –me apuntó el pecho–puedas percibir el exterior, un "periscopio" con un "computador" en su interior: tu cerebro, con él entiendes y organizas tus funciones vitales; las extremidades te sirven para trasladarte y manipular objetos, pero tú estás aquí –volvió a tocarme un punto en el centro del pecho–, tú eres amor. Entonces, cualquier acto que realices en contra del amor es un acto contra ti mismo y contra Dios, que es amor, es por eso que la Ley fundamental del universo es amor, que el amor es la máxima posibilidad humana y que el Nombre de Dios es Amor. Por lo tanto, la Religión Universal consiste en experimentar y entregar amor. Esa es mi religión, Pedrito.

(fragmento del libro AMI, El niño de las estrellas)

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