Botella al Mar


El mar es un azar,
¡qué tentación echar una botella al mar!
Poner en ella, por ejemplo,
un brillo, un barco sin velamen y una espiga,
sobrantes de lujuria, algún milagro y un folio rebosante
de noticias.
Poner un verde, un duelo, una proclama,
dos rezos y una cábala indecisa;
el cable que jamás llegó a destino
y la esperanza pródiga y cautiva;
El mar es una azar
¡qué tentación echar una botella al mar!
Poner en ella, por ejemplo,
un tango que enumerara todos los pretextos para
apiadarse de uno mismo
y quedarse en el borde de otro sueño,
poner promesas como sobresaltos
y el poquito de sol que da el invierno
y un olvido flamante y oneroso
y el rencor de los siglos que los sigue como un perro.
El mar es un azar,
¡qué tentación echar una botella al mar!
Poner en ella, por ejemplo,
un naipe, un afiche de Dios -el de costumbre-,
el tímpano vanal del horizonte, el reino de los cielos
y las nubes,
poner recortes de un asombro inútil,
un lindo vaticinio de agua dulce,
una noche de rayos y centellas y el saldo de veranos y de azules.
El mar es un azar,
¡qué tentación echar una botella al mar!
Pero en esta botella navegante
sólo pondré mis versos en desorden,
en la espera confiada de que un día
llegue a una playa cándida y salobre
y un niño la descubre y la destape,
y en lugar de estos versos halle flores y alertas
y corales y baladas
y piedritas del mar y caracoles.
El mar es un azar,
¡qué tentación echar una botella al mar!

Mario Benedeti.-(1986)

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